Desde los meses de otoño e invierno, debido a las bajas temperaturas, la piel sufre un fuerte desequilibrio. Al igual que en verano la piel sufre por agentes como la sal del mar o el calor, durante el invierno, el frío viene a causar estragos parecidos. Pero, ¿por qué?
Lo cierto es que con la llegada del frío, especialmente en aquellas zonas de clima extremo o de ambiente seco con baja humedad, la piel sufre un desgaste extra que deriva en una mayor sequedad e irritabilidad. Para evitarlo, es imprescindible mantener nuestra barrera lipídica natural en condiciones óptimas. La capa lipídica de la piel, formada principalmente por componentes de carácter oleoso, funciona de barrera protectora y evita a su vez la pérdida de agua, favoreciendo su retención y por ende una mayor hidratación de la piel.
Cuando este desequilibrio ocurre, tienden a aparecer rojeces, por la falta de ácidos grasos y ceramidas, generando irritaciones que suelen presentarse, sobre todo, en áreas como las mejillas o el mentón. Todo ello puede hacer, también, que nuestra piel empiece a sobre-producir grasa para compensar la ausencia de ella, y esto puede desembocar en un tipo de acné asociado a la hipersensibilidad cutánea provocada por la falta de nutrientes o hidratación.
Para solucionar esto, podemos echar una mano a nuestra piel gracias al Anorak Therapy. Es un proceso mediante el cual se incluye en nuestra rutina de cuidado facial un producto que le permita a nuestra piel retener toda su humedad. En este sentido, la vitamina F se convierte en el perfecto aliado. Está compuesta por numerosos ácidos grasos que favorecen la función barrera de la piel. Es un ingrediente compuesto por Omegas 3, 6 y 9, componentes fundamentales para una piel equilibrada.
